En el barrio del Carmen resiste un edificio testigo de la valencia que no llegó a ser. La Valencia moderna y esponjada de Goerlich que nunca llegó, y que planeaba alargar la avenida del Oeste hasta el río Túria, destruyendo en aras de la modernidad y la salubridad, gran parte del barrio del Carmen y del mercado.
La supuesta modernización del entramado medieval del centro histórico nunca llegó a realizarse debido a la negativa de varias familias adineradas cercanas al mercado central. No obstante, y tras las pérdidas que supuso la riada de 1957, 20 familias del barrio se organizaron para construir una vivienda digna e "higiénica" liderados por la parroquia de la Santísima Cruz, también conocida como iglesia del Carmen. Esta nueva vivienda se alineó según la reglamentación y planos urbanísticos de entonces y constituyó en el barrio del Carmen un hito de modernidad y de cohesión del barrio.
Algunos carmelitanos, entre ellos muchos falleros y familiares de NJ, se agruparon en una cooperativa surgida del seno de la Parroquia del Carme o de la Santísima Cruz, con el fin de construir un nuevo edificio que implicaría viviendas seguras y modernas (por ejemplo, con lavabos, que no abundaban anteriormente) para sus socios. Esta cooperativa fue la responsable del encargo y ejecución de las obras bajo el seguimiento constante e interesado de todos sus socios. Fue tal el ambiente de unión y trabajo de la construcción de este edificio que alguno de los paletas se quedó a trabajar en el edificio como conserje, el señor Eugenio, que falleció tras largos años de servicio en la comunidad.
Y en 1965, tan solo 8 años tras la fatídica riada que anegó el centro de valencia, se concedió cada una de las viviendas a los socios de la cooperativa de viviendas de la santísima cruz, con un precio económico de cuatro millones, cuatrocientas noventa y dos mil pesetas, unos 23.200 € del momento. Se repartieron en orden por sorteo de los socios, en asamblea que tuvo lugar en los locales de la parroquia. Cada uno de los vecinos, por estricto orden de sorteo fue eligiendo piso y puerta en base a sus gustos e intereses… ¿Valió la pena? ¡Por supuesto que sí! 20 familias del barrio del Carme, falleros, miembros de su parroquia, vecinos, accedieron a unos hogares sanos, higiénicos, y modernos…con baño en el interior de cada vivienda e incluso con uno de los primeros ascensores del barrio el Carmen!.